Al final llegó el tan esperado lunes, después de las elecciones andaluzas y asturianas, y la lectura de lo ocurrido tiene mucho que repensar. Eso sí, repensaremos todo menos políticos, porque ya hemos visto las primeras declaraciones, siguen igual de absurdos como siempre.
En fin, en Asturias, el Sr. Alvarez Cascos ha conseguido cambiar a los candidatos de PP, darle un cierto respiro al PSOE, perder representación en su Cámara y, eso sí, gastarse un montón de millones en unas elecciones que no han beneficiado a nadie, y a los que menos, a los asturianos/as.
En Andalucía, bueno aquí es otra cosa, sin saber aún en toda su extensión a que nos va llevar la política neoliberal y europea (que es como decir más de lo mismo), el PP ha visto como su marea se para. Lo paran las izquierdas, como debe ser, y digo ésto porque ya era hora de que no fuera el PSOE si no la izquierda en su conjunto la que se hiciera sentir.
Mi lectura no es más que:
El NYT que debe creer que Andalucía son sus cuentas y el flamenco, se equivocó. Andalucía es también la cara de los jornaleros, de los pescadores que la UE maltrata, de mucho hombre y mujer hartos de "señoritos" y la reserva de las políticas de izquierdas (aunque a veces ni los políticos de izquierda hayan entendido el mensaje). De aquí salió el primer Gobierno Socialista del 82, aquí resistió el ultimo reducto del de izquierda que una IU miope no supo leer, aquí espero que haya empezado el principio del final del todo poderoso aparato del PP, ese de "a mi me da igual que la gente se eche a la calle".
Ahora que los mercados nos lean, como quieran, si los políticos de izquierda dan la talla, podemos empezar a hacer historia.
Quede claro que no estoy adscrito a ningún partido, pero también claro que nadie me va hacer cambiar de opinión, ¡Hay que cambiar el mundo! y debe hacerse en la dirección opuesta a la que va, cueste lo que cueste.
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