El
Sr Salvador Victoria (al que me cuesta llamar Sr.) nos acaba de dar una lección
de en manos de quien está el gobierno de este país. Ya es grave tachar de
golpista al pueblo que expresa libremente su descontento con unos políticos y
unas políticas que claramente solo les benefician a ellos y a sus secuaces y a
las clases privilegiadas. Pues con todo y eso, lo que mas desacredita es su “cobardía”.
¿Qué
hacemos en manos de unos descerebrados que consideran al pueblo súbditos, que
entienden que la clase llamada a gobernar está por encima del bien y el mal y
que lo que se haga por ellos está bien, por que lo han hecho ellos?.
Pues
aún me asalta una pregunta aun más delicada: ¿Qué hacemos en manos de cobardes
que por salvar sus privilegios son capaces de decir y escribir algo por la
mañana y echarse atrás por la tarde?
Casi
prefiero a un sinvergüenza de colmillo retorcido que aun cobarde… y menos si es
la segunda autoridad de la
Comunidad de Madrid, o el 5º de cualquier otra, por poner un ejemplo.
Esto
solo se presencia en los patios de recreo de infantil y primaria, donde el
miedo a las consecuencias hace a cualquier niño o niña negar hasta lo evidente.
¡Dios mío, estamos en manos de parvulitos mentales!
Es
aún peor, estamos en manos de gente sectaria, convencida que por nacer en tal
familia o conocer a fulano o mengano, están por encima de los demás. Que
entienden la democracia como un juego en el que al “pobre” pueblo se le
entretiene con unos papelitos y después se les da… lo que se merecen, siempre
según criterio de ellos.
¿Qué
no se refería a todo el mundo? ¿Qué el hablaba de los antisistema?. Vamos a ver
muchacho, que los antisistemas tienen los mismos derechos a defender sus
principios que tú, igual la única diferencia es que ellos tienen agallas para
defenderlos y a ti te falta muchísimo.
Por
último solo concretar una idea más: el pueblo jamás puede ser golpista”, como
depositario de la soberanía está en su derecho de cambiar los dirigentes a los
que un día cedió su representación. Aún equivocado, el pueblo tiene siempre el
derecho a renegar de los que han faltado a su palabra en el ejercicio del
deber, a los que se han lucrado a costa de los ciudadanos y sin duda, a los que
les ofenden como es el caso del este “fulano”
Impedirle
el acceso a ese que llama “su” puesto y cuya propiedad solo la ostentan los
ciudadanos.
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